RUTA BECQUERIANA

LOS LUGARES QUE INSPIRARON A BÉCQUER EN SORIA

La relación de Soria y los Bécquer se ha reducido muchas veces a la filiación de la esposa de Gustavo con la provincia. Pero esta es anterior a la propia relación con Casta, más intensa y, desde luego, fundamental para la consecución de parte de su obra literaria. Al igual que unos años después le pasaría al otro ilustre poeta sevillano que llegó a estas tierras, Machado, el paisaje castellano, austero, silencioso pero rico en tradiciones y vestigios artísticos inspiraría la imaginación del artista.

El primer lugar que nos encontramos en la ciudad vinculado a la figura de Bécquer es plaza conocida como El Rincón de Bécquer (1). Este lugar no aparece en ninguna de sus leyendas, pero está dedicada a su memoria. Siguiendo el trazado de los muros del antiguo convento de San Francisco, hasta los años sesenta del siglo pasado hasta aquí llegaban las instalaciones de la vieja estación de ferrocarril. Actualmente es un moderno espacio ajardinado, con varias fuentes, en una de las cuales se puede leer un fragmento de la Rima IV de Bécquer.

Continuando el recorrido nos encontramos en la intersección de las calles de El Collado con Aduana Vieja el espacio que ocupaba la Puerta del Postigo, una de las seis desaparecidas puertas de la muralla medieval (2), entre la Puerta de Rabanera y la del Mercado. Estuvo decorada con un gran escudo de los Austrias y con un reloj y permitía acceder intramuros desde el arrabal en el lado oeste. Actualmente atraviesa este espacio la principal calle peatonal de la Ciudad, el Collado. Bécquer aún pudo contemplar en pie este monumento y escuchar la campana de su reloj, lo que refleja en El Monte de las Ánimas.

Cerca nos encontramos el recientemente restaurado Palacio del Marqués de Alcántara (3). Este palacio siglo XVII perteneció a los Condes de Fuerteventura y Marqueses de Velamazán, quienes posteriormente recibirían el título que actualmente da nombre al edificio. Apoyada en su torre con chapitel se encontraba la última puerta de la muralla que desapareció, la de Rabanera. No aparece citado como tal en los relatos de Bécquer, pero todos los expertos coinciden que es el que denomina palacio de los condes de Alcudiel, donde se desarrolla este fragmento de El Monte de las Ánimas.

La alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor, iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.”

Debemos regresar a la calle de El Collado para dirigir nuestros pasos hasta el Círculo Amistad Numancia (4) donde se encuentra el Museo de los Poetas. En la tercera planta de este decimonónico edificio se encuentra esta exhibición permanente dedicada a los poetas que vivieron y cantaron a Soria. Por supuesto, lugar destacado tiene Gustavo Adolfo Bécquer, su vida y su obra. Pero además esta institución tiene otro elemento más que la vinculan con este literato pues, aunque no está confirmado documentalmente, es muy probable que tanto él como su hermano Valeriano visitaran este antiguo casino que ya tenía unos cuantos años de existencia cuando ellos estuvieron en Soria.

Descendiendo por esta arteria peatonal llegamos al corazón de la ciudad, la Plaza Mayor (5), en uno de cuyos lados se encuentra el conocido como Torreón de Doña Urraca o palacio de los Betetas. Desconocido es el origen de la primera de las denominaciones, pues Doña Urraca vivió en el siglo XII y esta construcción es del S. XVI. No aparece citada como tal en el relato becqueriano, pero algunos autores sitúan este pasaje de El Rayo de Luna.

En una de las altas ventanas ojivales de aquel que pudiéramos llamar palacio, se veía un rayo de luz templada y suave que, pasando a través de unas ligeras colgaduras de seda color de rosa, se reflejaba en el negruzco y grieteado paredón de la casa de enfrente.”

Desde aquí nos adentramos en el Casco Antiguo, compuesto por una serie de calles que confluyen en sus arterias principales, las calles Zapateria y Real, que desde la parte alta de la ciudad bajan hasta el río, en lo que sería el fondo del valle entre el cerro del Mirón y el del Castillo. Bécquer seguro que recorrió estas calles en sus paseos hacia el Duero, y así las evoca en sus leyendas, como en este fragmento de El Rayo de Luna.

Las calles de Soria eran entonces, y lo son todavía, estrechas, oscuras y tortuosas. Un silencio profundo reinaba en ellas, silencio que sólo interrumpían, ora el lejano ladrido de un perro; ora el rumor de una puerta al cerrarse, ora el relincho de un corcel que piafando hacía sonar la cadena que le sujetaba al pesebre en las subterráneas caballerizas.”

En este descenso hacia el Duero nos encontramos las Ruinas de San Nicolás (6) restos de la que fue una elegante iglesia románica, una de las muchas parroquias medievales que jalonaban la ciudad, a la que el paso del tiempo no perdonó avocándola a la ruina. Ahora, consolidado su esqueleto de piedra y acondicionado como espacio cultural, es el escenario de las lecturas de relatos de terror durante el Festival de las Ánimas. Así, arruinada, la conoció ya Gustavo Adolfo Bécquer y sus evocadores restos quedaron plasmados en El Rayo de Luna.

“…que he pasado noches y noches al sereno, hecho poste de una esquina; que he gastado más de veinte doblas en oro en hacer charlar a dueñas y escuderos; que he dado agua bendita en San Nicolás a una vieja, arrebujada con tal arte en su manto de anascote, que se me figuró una deidad;

Muy cerca aparece ante nosotros la mole pétrea de la concatedral de San Pedro (7), cuyo aspecto exterior del siglo XVI esconde algunos pocos restos del antiguo templo románico, destacando, entre todos, su claustro. Bécquer contempló este edificio, pero todavía con el rango de colegiata, pues no sería hasta el año 1959 cuando fue elevada a concatedral. así se refleja en “El Rayo de Luna”

Desde aquí nos dirigimos al lugar que ocupaba el antiguo Postiguillo del Duero de las murallas medievales (8). Poco queda ya del enorme recinto amurallado que se levantó en torno a Soria en el S. XIII, de más de cuatro kilómetros de perímetro. El paso del tiempo y, sobre todo, la Guerra de la Independencia contra los franceses provocaron fue parte de su desaparición. La muralla de Soria contaba con seis puertas principales y varios postigos o puertas menores. En la confluencia de las calles Nuestra Señora de Calatañazor y el Paseo del Postigullo se encontraba el mencionado y ahora desaparecido Postiguillo del Duero, aunque en el Rayo de Luna Bécquer lo denomina Postigo de San Saturio. Según los investigadores debía ser una zona de mucho tránsito pues numerosas personas tenían sus huertos en esta zona del río.

“Aunque desvanecida su esperanza de alcanzar a los que habían entrado por el postigo de San Saturio, no por eso nuestro héroe perdió la de saber la casa que en la ciudad podía albergarlos.”

Para cruzar el Duero debemos dirigirnos al puente medieval (9), que unía la orilla en la que se asentaba la ciudad con la margen donde se establecieron varias órdenes religiosas y donde se levantó la ermita del patrón de Soria, San Saturio. Hoy en día sigue siendo el único puente para vehículos sobre Duero a su paso por la ciudad.

Junto al río, en su margen derecha, encontramos el hermoso y singular monasterio de San Juan de Duero (10). Sin duda este antiguo edificio perteneciente a la orden de los Hospitalarios fue el monumento de Soria que más impresionó a Bécquer. Le asombraron su belleza, su eclecticismo y variedad de estilos. Pero también el estado de abandono que por aquel entonces tenía. Se implicó personalmente en una reivindicación para que las autoridades lo convirtieran en un Museo Provincial de Antigüedades. Hoy es uno de los monumentos más visitados de Soria y conserva íntegra toda la magia y el encanto que cautivaron a Bécquer, tal y como se refleja en El Monte de las Ánimas.

No tenemos que andar mucho, si queremos adentrarnos en el espacio donde se desarrolla la magnífica leyenda “El Monte de las Ánimas” (11), un espacio natural repleto de encinas y que oficialmente se llama Sierra de Peñaranda. Aquí lucharon caballeros y templarios, aquí perdió Beatriz, la protagonista del relato su cinta azul y por aquí vagan sus ánimas. Si no quieres subir hasta su cima, acércate por lo menos hasta la recreación de un cementerio templario, basado en la mencionada leyenda, o hasta el nevero medieval junto a San Juan de Duero.

“Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.”

Para llegar hasta el final de nuestro itinerario, la ermita de San Saturio, tenemos que atravesar lo que fuera iglesia del monasterio de San Polo (12). Tradicionalmente se ha asociado este enclave a la orden templaria, aunque las últimas investigaciones apuntan a que no hay evidencias documentales a ese respecto. No obstante Bécquer conoció este lugar, actualmente propiedad privada, y probablemente le sirvió de escenario para su Rayo de Luna.

“Pensaba atravesarlo y llegar a la ciudad antes que la barca tocase en la otra orilla. ¡Locura! Cuando Manrique llegó jadeante y cubierto de sudor, a la entrada, ya los que habían atravesado el Duero por la parte de San Saturio, entraban en Soria por una de las puertas del muro, que en aquel tiempo llegaba hasta la margen del río, en cuyas aguas se retrataban sus pardas almenas.”

Último enclave de nuestro viaje a la Soria de Bécquer. La hermosa ermita de San Saturio (13), tan especial para los sorianos, con su capilla encaramada a la roca, la cueva donde según la tradición vivió el patrón de Soria, el río y el hermoso paseo junto a su cauce… o todo el conjunto sorprendieron al poeta (y a otros que le sucedieron) y no solo la retrato en El Rayo de Luna, sino que le dedicó un artículo en el periódico El Museo Universal acompañando un dibujo del monumento de su hermano Valeriano.

“Avanzando, avanzando por entre los inmensos jardines que bordaban la margen del río, llegó al fin al pie de las rocas sobre que se eleva la ermita de San Saturio.”

Hasta aquí esta Ruta Becqueriana, entre la historia y la literatura, entre ánimas y rayos de luna. Tan solo nos queda invitarte al Festival de las Ánimas, que cada año se celebra coincidiendo con la festividad de los Santos y recomendarte la lectura de ambos relatos, las mejores guías para el peregrino becqueriano en Soria.

LOS BÉCQUER EN SORIA

Para el lector que quiera conocer un poco más de la vida de los Bécquer, Gustavo y Valeriano, en Soria tiene más información a continuación.

Se cree que fue a partir de 1856 cuando Gustavo y Valeriano Bécquer llegan a Soria por primera vez para visitar a su tío Francisco Domínguez, Curro, hermano de su padre, quien llevaba tres años ejerciendo como médico viviendo en esta ciudad con su hijo.

El destino quiso que al año siguiente Bécquer conociera a Casta Nicolasa Esteban Navarro, hija de Francisco, médico que le atendía en Madrid, y Antonia, ambos sorianos (de Pozalmuro y Noviercas respectivamente). Esta última localidad sería donde la pareja pasaría largas temporadas, realizando excursiones por pueblos de la zona como Torrubia, Ágreda o la propia capital. Noviercas sería además testigo del nacimiento del hijo primogénito de Bécquer, Gregorio Gustavo Adolfo.

El 7 de noviembre de 1861 aparecerá en el periódico El Contemporáneo la primera las leyendas vinculadas a Soria “El monte de las ánimas”. Un mes después se publicaría “Los ojos verdes”; en febrero de 1862 daría a conocer “El rayo de luna”; y al año siguiente, también en febrero “La promesa” y en junio “La corza blanca”.

El año 1865 ambos hermanos pasan de nuevo una temporada en Soria en casa de su tío Curro debido al nuevo trabajo de Valeriano consistente en ir recogiendo por España costumbres y tipos españoles. Fruto de esa labor será la colaboración de ambos en El Museo Universal, en la que dibujos del pintor serán comentados por el poeta. “Costumbres castellanas. Tipos de Soria. Pastor y pastora de Villaciervos”, “El cuento del abuelo. Estudio de tipos sorianos”, “Las segadoras. Estudio de costumbres sorianas”, “Soria. Aldeano de Fuentetoba”, “Tipo soriano. Campesino del Burgo de Osma”, “Tipos de Soria. Panadera de Almazán”, “La ermita de San Saturio, patrón de Ávila” (error del poeta) y “El santero. Tipos sorianos”.

El año 1868, ante la inminente revolución que se gesta en Madrid, envía a su esposa y sus dos hijos a Noviercas. Pero cuando en otoño marcha también él con su hermano y su sobrina al pueblo soriano se encuentra que Casta está embarazada, quizás fruto de una infidelidad. Ante esta, Gustavo marchará con sus hijos se llevaría a sus dos hijos, pasando unos días en casa de su tío Curro en Soria.

De Soria diría el poeta estas palabras:

“Nada hay en ella – en Soria- que asombre, o que brille y truene; todo es allí sencillo, modesto, llano. Contra el espíritu redundante y barroco que sólo aspira a exhibición y a efecto, buen antídoto es Soria, maestra de castellanía, que siempre nos invita a ser lo que somos, y nada más”. 

Este apartado de la exposición les muestra los lugares vinculados con las dos leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer situadas en la ciudad de Soria, El Monte de las Ánimas (1861) y El Rayo de Luna (1862), publicadas ambas en el periódico El Contemporáneo, o a la memoria del propio poeta. Queremos mostrarte una Soria misteriosa y romántica, de ánimas y apariciones a la luz de la luna.

Longitud 4,09 Km aprox.
Tipo Urbana y periferia (parques del Castillo, márgenes del Duero, cerro del Mirón)
Dificultad Baja-media
Terreno Calles, carreteras y caminos
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