Leyenda de los Infantes de Lara

A partir de la puebla de Soria por Alfonso I el Batallador en 1119 surge la Comunidad de Villa y Tierra de Soria que se extiende desde Pinar Grande, en el límite con tierras burgalesas, hasta el Monte Toranzo que era fronterizo con la Tierra de Ágreda y Aragón. Con la desaparición del Antiguo Régimen a inicios del siglo XIX se extingue la Tierra de Soria pero tanto Pinar Grande como el Monte Toranzo permanecen como terrenos incluidos en el término municipal de Soria, siendo sus copropietarios el Ayuntamiento de Soria y la Mancomunidad de los 150 Pueblos.

Pues bien, la Leyenda de los Siete Infantes de Lara comienza en tierras burgalesas de Salas de los Infantes-Canicosa, prosigue por la ribera del río Ebrillos (esto es, por Pinar Grande) y, con tradiciones orales en la Sierra del Almuerzo y Omeñaca, culmina en torno al Monte Toranzo, para proseguir después por Córdoba y retornar a las tierras burgalesas con parada en la soriana Espeja de San Marcelino.

 

Dentro del término de Cortos almuerzan los Infantes. Se les aparece la Virgen de Narros y les sugiere oír misa en Omeñaca. El pie de la Virgen, las cucharas y los platos quedarán impresos en la roca donde almorzaban. En Omeñaca entra cada Infante por un arco distinto, pasando la Virgen por el del medio, arcos que se abren milagrosamente. Y como todos sabemos, la cadena trágica originada por Doña Lambra provoca la decapitación de los Infantes en los Campos de Almenar-Campos de Arabiana tras la traición de Ruy Velázquez. Mudarra, sobrino de Almanzor e hijo natural del padre de los Infantes, Gonzalo González, vengará la afrenta matando al traidor y quemando viva a Doña Lambra.

Ramón Menéndez Pidal recorrió esta ruta soriano-burgalesa en 1895 y recopiló tradiciones orales en Narros, Omeñaca, Campos de Arabiana, Noviercas, etc.  Particular atención hay que prestar a las ubicadas en torno al Monte Toranzo, incluida la tradición oral de que los Infantes habían muerto en el solar ocupado por la actual ermita de la Virgen de los Remedios, antaño llamada Virgen de Torreambril, donde estaban sus sepulturas. Tradición que tiene su fundamento documental en un escrito de Isabel de Portugal –señora de Soria y su Tierra, así como esposa del rey-emperador Carlos I, fechado en Madrid el 5 de febrero de 1529 en el que se indica, textualmente, que allí “fueron muertos e sepultados los Infantes de Lara”, los cuales tenían una capilla a ellos dedicada.

Menéndez Pidal resume las tradiciones en torno al Toranzo así, tras indicar que hay una Senda de los Siete Infantes que va desde su falda norte hasta la denominada Mesa de los Infantes de Salas: “En ella, como en la de la sierra del Almuerzo, dicen que están marcados los platos y cubiertos con que aquéllos comían, y que se conservan ó conservaban además las argollas donde ataban los caballos y las pesebreras donde los pensaban. Claro es que nada de esto se ve, y que la tal mesa no es más que una enorme piedra cuadrada, casi oculta entre los robles y la maleza del monte. En Noviercas, en Ólvega, en Borovia, etc., hay muchos que afirman haber visto todas estas cosas, o que las vieron sus abuelos, pero que ahora los dibujos están gastados por el moho; que un cabrero que pastoreaba en Toranzo halló una de las argollas, de bronce y bien labrada; y que junto a uno de los molinos del Arabiana se hallaron armas y cadenas”.

Infantes de Lara, ermita y toranzo
Enclave de los Siete Infantes de Lara, Monte de Toranzo