El Espino -ubicado junto a la Iglesia de Nuestra Señora del Espino- fue inaugurado en 1830, en un momento en el que la ciudad necesitaba un cementerio fuera del casco urbano, siguiendo las normas higiénicas y urbanísticas de la época.
Ese primer espacio, actual Patio Antiguo, fue ampliándose con el paso de los años. En 1906 se estrenó el Patio de San Saturio, al que más tarde se sumaron el Patio de La Soledad y el Patio Nuevo. Hoy, el camposanto se extiende sobre más de 40.000 metros cuadrados.
La visita al cementerio cobra un significado especial al incluirse en la ruta de lugares machadianos: “En una tarde azul, sube al Espino, al alto Espino, donde está su tierra". Con estos versos, Antonio Machado le pidió a su gran amigo José María Palacio que le llevara flores a su amada Leonor Izquierdo.
Hoy, quien llega al Patio Antiguo, encuentra la tumba y capilla memorial de la musa del poeta sevillano. Fallecida prematuramente el 1 de agosto de 1912, su sepultura se ha convertido en la más visitada y es lugar de peregrinación literaria para quienes siguen las huellas de Machado en tierras sorianas.
En el Espino yacen también otras figuras que dejaron una huella profunda en la vida cultural, política y social de Soria. Para poner en valor este legado, se creó la Ruta de Personajes Ilustres, un itinerario por las tumbas de treinta protagonistas de la historia soriana. Entre ellos: el historiador Nicolás Rabal, el músico Francisco García Muñoz, el director musical Odón Alonso Ordás o la escritora Concha de Marco, entre muchos otros.
Pero El Espino es también un lugar de memoria histórica. Aquí descansan víctimas de la Guerra Civil en fosas comunes, como la conocida “Fosa de los Ilustres”, donde reposan personas relevantes de la Soria de los años 30; lo que añade al cementerio un valor histórico y memorial de gran relevancia.
Desde el punto de vista artístico, el Patio Antiguo es el más interesante, especialmente gracias a la obra funeraria del escultor catalán Emiliano Molina Payés, quien realizó encargos de familias de la burguesía local, del clero, militares, indianos, etc; durante la primera década del siglo XX.
Panteones familiares y mausoleos con ornamentación detallada, cruces rústicas de madera o piedra, relieves simbólicos (como relojes de arena alados o libros abiertos), y esculturas en bulto redondo (principalmente ángeles que custodian las tumbas), forman parte de un legado que muestra la sensibilidad artística de la época.
No dejes pasar la oportunidad de acercarte hasta el cementerio municipal El Espino, donde se entrelazan historia, arte y cultura.
 
 
 
 





