RUTA PALACIEGA

DESCUBRE LA RIQUEZA RENACENTISTA

Los siglos XVI y XVII fueron un tiempo de prosperidad económica y artística para Soria. Los nobles sorianos crearon grandes fortunas gracias al principal producto que les proporcionaban sus enormes rebaños de ovejas merinas, la lana. Ésta, una vez lavada y habiendo pasado estrictos controles de calidad, viajaba hasta Europa para ser manufacturada y convertida en prendas de vestir. Al amparo de estos beneficios, el estamento nobiliario de la ciudad levantó bellos palacios y casonas.

Comenzamos nuestro recorrido en la calle Aduana Vieja, una de las calles nobles de Soria. El primer edificio que encontramos, frente al instituto Antonio Machado, es el Palacio de los San Clemente (1), construido inicialmente en el siglo XII y transformado en el siglo XVII, con una austera fachada en la que destaca el abigarrado escudo con águila bicéfala. Adyacente a éste, se levanta el Palacio de D. Diego de Solier (2), sencilla construcción de mampostería en la que destaca la arquería en la parte superior y la decoración geométrica sobre las ventanas. Sin solución de continuidad, a su derecha encontramos el Palacio de los Castejones (3), edificio renacentista construido con sillares, decoración con veneras en las ventanas y curiosa portada en la que dos barbudos sostienen un escudo de armas. El último edificio de esta noble manzana es el Palacio de Los Río y Salcedo (4). Es un buen ejemplo del arte renacentista civil, destacando la cuidada fachada plateresca decorada con delicadas filigranas vegetales y la ventana en esquina.

No muy lejos se encuentra la calle Caballeros, otra de las calles nobiliarias. Las fachadas de varios edificios nos recuerdan el esplendor pasado. Al comienzo de la calle está el Palacio del Marqués de Alcántara (5), sólida construcción del siglo XVII, de temperada decoración y torre con chapitel, al más puro estilo de los Austrias.

Recomendamos un paseo por esta vía, antes de bajar hasta la Plaza Mayor (6). Esta ágora soriana, con rasgos de plaza castellana, se configura como corazón de la ciudad, albergando antaño las principales instituciones. En el lado este, el proporcionado Palacio de la Audiencia, levantado inicialmente para acoger el Ayuntamiento de la ciudad, ejerciendo más tarde como juzgado, cárcel y actualmente como centro cultural. Altas arcadas en la planta baja, frontones triangulares en las ventanas superiores y un evocador reloj coronando el tejado, al que cantó magistralmente Machado, son sus principales rasgos decorativos. Cerrando la plaza por el sur, la Casa Consistorial de los Doce Linajes, edificio que se asienta en el solar de la antigua sede de los Doce Linajes y que, renovado y ampliado acoge al Ayuntamiento de Soria. En el lado norte, la Casa del Común, donde los vecinos se reunían con sus representantes ante el Corregidor Real para trasladarle sus problemas. Bajo esta sencilla construcción se abre un arco conocido como “del cuerno”, por haber ejercido como toriles el largo tiempo en que este espacio se usó como coso taurino. Cabe también  mencionar la Fuente de los Leones, que después de muchas y diferentes ubicaciones por la ciudad, por fin descansa en este destacado lugar.

A pocos metros de la Plaza Mayor, en dirección al río y pasando por la Iglesia de Ntra de Sra de la Mayor, de portada románica e interior gótico, encontramos el Palacio de Don Juan de Castilla, Palacio de los Beteta o Torre de Doña Urraca (7), que es una torre defensiva de tres plantas del S. XVI que responde a la tradición medieval, en una casona flaqueada por dos torres (antes de su incendio en 1603).

Atravesando el aludido arco del cuerno y cruzando la calle Zapatería, calle gremial y vertebradora del casco antiguo, llegaremos hasta el principal edificio renacentista de la capital, el Palacio de los Condes de Gómara (8). Majestuosa obra del siglo XVI, realizada por el mecenazgo de Francisco López del Río, cabeza de la nobleza soriana, quien quiso dejar claro con este testimonio de piedra el poder que tenía. El edificio tiene dos partes bien diferenciadas: la izquierda, más maciza, con la característica decoración geométrica sobre ventanas y una monumental portada en la que dos maceros sostienen el escudo del propietario; y la derecha, que se vuelve mucho más dinámica visualmente, gracias a una doble galería de doce y veinticuatro arcos respectivamente. En el extremo occidental se levanta una recia torre.

Longitud 750 m. aprox.
Tipo Urbana
Dificultad Baja
Terreno Calles peatonales